Carta a los opositores pasivos

Fue a mi compañera Noelia a quien vi usar la expresión “opositor pasivo” por primera vez para referirse a las personas que están a nuestro lado cuando opositamos. Me parece un término muy adecuado porque engloba los efectos colaterales de  opositar en personas distintas del propio opositor.

Dicen que cuando uno oposita, también opositan los que están a su alrededor. Por eso me ha parecido conveniente dirigirme hoy a ellos.

 

Querido opositor pasivo:

Tú ahora no puedes verlo, pero algún día habrá valido la pena tanto sacrificio.

Quizás nunca sepas lo importante que es tu apoyo para mí. Que nada de esto sería posible sin tu soporte incondicional.

Que no me entiendes, pero estás mi lado porque me quieres y, aunque no comprendas lo que esto supone para mí, no necesitas hacerlo porque crees en mí y en lo que he decidido.

Nosotros mismos somos presas de la incertidumbre. Sabemos bien a lo que nos enfrentamos y cuál es nuestra situación. Y, a pesar de ello, nos cuesta horrores confiar en nosotros mismos.

Vosotros, en cambio, tenéis una fe ciega en nosotros que nos fascina. Os ha tocado afrontar una parte dura de este camino sin haberlo escogido. Nos prestáis vuestro apoyo sin pedir nada a cambio. Es un gesto encomiable de generosidad por vuestra parte.

Os toca sufrir. Sufrir los desánimos, la locura, el cansancio, la desgana, la desazón. Os toca sufrir nuestra ausencia.

Habéis aceptado con resignación que ahora simplemente no podemos estar y ni siquiera nos lo reprocháis porque sabéis que para nosotros también es duro tanto sacrificio.

Si algo legitima los excesos de la oposición es que no duran para siempre. A mí también me gustaría dejarlo todo a veces, o simplemente tomarme un descanso y no puedo. Pero, al final del día, ésta es una decisión que he tomado yo y me hace feliz. Pero tú, opositor pasivo, tú no tienes la culpa de que yo te falte. Tú tienes derecho a tener a tu hermana, a tu madre o a tu pareja. Y a mí me duele en el alma cada vez que te digo que no.

Se me parte el corazón cuando no puedo hacer lo que me apetece y tengo que hacer lo que debo.

Te aseguro que cuando me quedo en mi habitación me acuerdo de ti y te echo de menos. Aunque sea feliz con mis sueños, no quiero estar ausente en lo que es más importante, que son las personas a las que quiero, que eres tú.

¿Y sabes qué hago? Continuar.

Echarte de menos sólo me da más fuerzas para luchar por mi meta. Para que esto se acabe cuanto antes. Para poder dejar de faltarte.

Todo esto se acabará algún día y empezará todo. El final no será más que el comienzo. Volveré a estar con los que me quieren y podréis verme feliz por haber logrado mis sueños o, al menos, por haber luchado por ellos.

No queráis tener a vuestro lado a alguien que no lucha por lo que quiere. Todo en esta vida que requiere un esfuerzo, acaba teniendo una recompensa. Aunque ahora nos entren ganas de tirar la toalla, la verdadera satisfacción vendrá cuando todo se termine.

Y todo es posible gracias a vosotros. Con vuestra paciencia infinita recordáis que nos duele más a nosotros no estar y que somos quienes tememos que os olvidéis de nosotros. Que sabemos que no tenemos ningún derecho a pediros que lo aguantéis y vosotros simplemente seguís a nuestro lado. Porque nos queréis. Porque sois capaces de soportar todo esto para que nosotros seamos felices. Porque es vuestro acto sincero de amor. Porque nosotros también nos damos cuenta.

Hoy no vengo a justificar porqué no podemos estar a vuestro lado, sino a daros las gracias por lo que hacéis por nosotros.

Hoy (y cada día) es por vosotros, los que nos echáis de menos.

A mi P.

2 comentarios en “Carta a los opositores pasivos

Deja un comentario